Hace falta nuevas interpretaciones en la egiptología. Sin duda, las que hemos heredado del siglo XIX y XX están caducas.
Es cierto que sacamos lo que sabemos de documentos escritos y arqueológicos que nos llegan directamente del Antiguo Egipto.
Pero siempre tenemos en nuestras mentes el paradigma interpretativo, asignado desde aquel momento en que empezamos a saber sobre Egipto, allá en nuestra infancia.
Ese paradigma interpretativo, aunque no lo pretendamos es historicista a veces, básico, infantil, primitivo, inocente e ingenuo.
Pensamos en las civilizaciones antiguas como si a la fuerza tuvieran que ser menos evolucionadas que la nuestra.
Pensamos en la sabiduría ancestral como si a la fuerza no fuera más sabia que la ciencia actual.
Nos equivocamos sin duda.
Esa interpretación no es solamente acientífica e ignorante, es cegadora.
Tenemos que seguir basándonos en los datos arqueológicos, en el instrumento de la ciencia, pero sin duda... tenemos que cambiar nuestra visión, abrir nuestras mentes a cualquier posibilidad.
Intentar ver la historia desde todos los puntos de vista y ámbitos posibles.
Ese es el futuro de la historia como ciencia, y en lo que me concierne de la egiptología.
Ni siquiera nuestra manera de medir el tiempo es correcta en historia. Ni siquiera tenemos en cuenta factores externos más allá del mero ámbito geográfico. ¿Qué pasa con el astronómico?
Todo está ligado y tiene repercusión una cosa sobre otra, lo dice la cuántica.
Todas las ciencias deben participar en la nueva visión.
Una nueva concepción de la historia es una nueva concepción de nosotros mismos y de lo que sabemos.
Es cierto que el cuerpo más conservador de la ciencia se negará a las nuevas interpretaciones, porque se niegan a haber estado equivocados o desviado durante su vida profesional, pero eso no es más que ser terco, acientífico, aprofesional y cobarde.
Si realmente nos interesa el progreso de aquello que estudiamos y conocemos, de la ciencia, es necesario mirar las cosas desde una lente mucho más transparente. Y en cuanto a transparente me refiero a una mente más abierta.
Quizás el puzzle no haya encajado tan bien como queríamos hasta ahora porque lo hemos forzado apartando la vista al hecho de que faltan piezas fundamentales.
Nos hemos negado a decir que el puzzle está incompleto y hemos enseñado a las futuras generaciones que lo hemos hecho todo, entendido todo, encontrado todo y que el puzzle está perfectamente terminado y enmarcado.
NO, ni siquiera hemos empezado. Esa es la verdad.
Hay que empezar de nuevo, y lo único que tenemos que tener en cuenta como irrefutable es la arqueología.
Los textos escritos a parte nos servirán para ver cómo pensaban.
Cuando hablan de política, no se le tendrán en cuenta más de lo necesario para ver cuáles eran sus intenciones.
Cuando hablan de religión no giraremos la mirada y hablaremos de imaginación. Nos pararemos a pensar qué quieren decir, qué hay tras las líneas. Abriremos los oídos y los ojos y profundizaremos en la sabiduría que pretendían transmitirnos. Nos preguntaremos de dónde viene.
Si queremos saber quienes somos, debemos saber quiénes éramos.
Solo así dejaremos de inventar la historia para imaginar que somos los que nos gustaría ser y no lo que realmente somos.
La ciencia no es una secta, es un instrumento. La ciencia es a la mente como el corazón es al saber.
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